miércoles, 20 de marzo de 2019

RELATOS: Yūrei


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Hokkaido fue altar y sepulcro. Condena y emancipación. Eternidad y sombras de Eternidad.

Primero: Los álamos, testigos inescrupulosos, oficiaron de sacerdotes en nuestro casorio.

Segundo: El bullicio de esos hombres orientales, de quiénes tanto nos reíamos, no podía más que balancear la paz de nuestros silencios.

Tercero: La inquietud de nuestras esperanzas previas. Más aún las de aquel día en que tu bronceada cabellera se opacó para siempre.

Cuarto: Los ojos nerviosos, que se pedían disculpas por hallarse en recíproca necesidad.

Quinto y último: Advertir que todas tus preguntas ya habían sido respondidas, aún entre lágrimas. Fuiste devorada por los enigmas.

Tales fueron mis memorias, al ver tus labios grises besando mi féretro. Siempre te esperaré.

FIN

M.T.

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