Bajo las hojas, las entrañas del Mundo murmuraban. Del cuerpo, brotó la raíz. De la raíz, brotó el árbol. Del árbol, la palabra. De la palabra, la inmortalidad. De la inmortalidad, el círculo. Y finalmente, en el corazón del círculo, nació la Vida en forma de flor.
Arrodillado, un sacrílego exhumaba al difunto. Acariciaba los restos con sus dedos, y el hedor corrompía su piel. Ocultó su rostro en las cenizas, y se entregó a la oración. Las ascuas crepitaron a su lado. Y la Luna, atenta, cerró los ojos. Todo había terminado, y aún el fuego ardía.
Arrodillado, un sacrílego exhumaba al difunto. Acariciaba los restos con sus dedos, y el hedor corrompía su piel. Ocultó su rostro en las cenizas, y se entregó a la oración. Las ascuas crepitaron a su lado. Y la Luna, atenta, cerró los ojos. Todo había terminado, y aún el fuego ardía.