Pálida la gracia del destino
Cuyas almas ha de doblegar,
Pábulo de estrellas, mal herido
Postra al Silencio, logrando rechinar
Sus muelas enojadas
Y su lengua suspicaz
Raíces nutridas en la sangre,
De un barro que nunca perecerá:
Rastros que reflejan la verdad:
La savia, diáfana, emana
Babeando la blancura
De un acrisolado manantial
Plenilunios de engendros disgregados
Que ansían la suprema oscuridad,
Beben del río sosegado, impúdicos
De los designios de la inmortalidad
Pues bien, el río es el manantial,
Primer hijo de la crapulosa fatalidad:
Ser y estar, vivir y devorar
Por los siglos de los siglos
¡Perdurar!
FIN
Cuyas almas ha de doblegar,
Pábulo de estrellas, mal herido
Postra al Silencio, logrando rechinar
Sus muelas enojadas
Y su lengua suspicaz
Raíces nutridas en la sangre,
De un barro que nunca perecerá:
Rastros que reflejan la verdad:
La savia, diáfana, emana
Babeando la blancura
De un acrisolado manantial
Plenilunios de engendros disgregados
Que ansían la suprema oscuridad,
Beben del río sosegado, impúdicos
De los designios de la inmortalidad
Pues bien, el río es el manantial,
Primer hijo de la crapulosa fatalidad:
Ser y estar, vivir y devorar
Por los siglos de los siglos
¡Perdurar!
FIN
M.T.
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